Desde el año de 1924, en medio de la exaltación que produjera la polémica sobre mi revolución musical, publiqué una serie de artículos en mi periódico El Sonido 13  con el título de “Errores Universales”,  y decía que teníamos derecho a la libertad espiritual para analizar, sin ningún miramiento, las teorías que nos llegan de Europa, ya fueran de Alemania, Francia, Rusia, Inglaterra, Italia, etcétera; para ello me basaba en el venturoso antecedente de haber presentado en congresos internacionales, tanto en París, como en Roma y Londres, ante eminencias de todo el mundo, graves problemas musicales, algunos ni presentidos por ellos y otros cuya solución habían buscado en vano.

Tal aconteció con mi tesis presentada en Roma en el año de 1911, pidiendo “Reforma a las grandes formas de la composición: la sinfonía, el concierto, la sonata y el cuarteto”; pues al conocerla Sergei Liaponov, delegado del zar de Rusia ante aquella asamblea, al felicitarme por mi trabajo, me dijo que ese tema lo habían estudiado, sin resolverlo, Liszt, Tchaicovski, Rimsky-Korsakoff y él mismo, y su entusiasmo fue tan grande que desde ese momento se dedicó aquel hombre eminente a propagar mis ideas entre todos los congresistas y lo hizo con tal empeño y razonamientos técnicos, que a ello atribuyo el que ese gran congreso, organizado por cuatro inmortales, Debussy, Ricardo Strauss, Puccini y Paderewsky,  me dispensaran el honor de elegirme presidente.

Otro caso que me da derecho a creer que Europa o, por mejor decir, la mentalidad musical europea, nunca se siente ofendida por objeciones que se le formulen en materia técnica, fue en el Congreso Internacional de París, efectuado en 1900 en el Teatro de la Gran Ópera, presidido por Saint-Säens, del cual fue secretario Romain Rolland,  en donde presenté una tesis que pareció escalofriante, al decir que en música había sonidos sin nombre y nombres sin sonido,  trabajo que no pudo ser ni atacado ni discutido, pues era evidente y puso de manifiesto que no se había parado mientes jamás en esa anomalía; y mereció además el honor de ser aprobado por la Comisión Técnica y publicada en los anales del propio Congreso.

Hoy, como en 1924, analizaré nuevamente el problema que motiva estas cuartillas, preguntando: ¿Qué es contrapunto? Citaré las vagas definiciones que dan sobre la materia en sus obras respectivas los más eminentes didácticos alemanes, franceses, italianos, españoles y otros; y con positivo regocijo pondré de manifiesto la sabiduría de mi maestro Salomo Jadassohn, a cuya vera tonifiqué mi espíritu en la alta técnica de la música, pedagogo de tal magnitud, que en el Conservatorio Real de Leipzig se decía que disfrutaba emolumentos superiores al del propio ministro de Bellas Artes del emperador Guillermo II, y se daba como razón para ello que para ministro de Bellas Artes había en aquel Imperio, en la época de su apogeo, a principios de este siglo, una cincuentena de candidatos, y que en cambio para ocupar el lugar de Jadassohn no había otro maestro igual en Alemania ni, posiblemente, en el resto de Europa.

He aquí la lista de autores que analizaré: Juan Jacobo Rousseau, el célebre padre Martini, J. Huré, Lavignac, Durand, Dubois, Fetis, Melcior, Barreto, Eximeno, Matewos Liebling, Riemann, Richter y Jadassohn.

Naturalmente que los análisis serán breves y absolutamente concretos, ya que no sería posible hacerlo de otra manera en un simple artículo tratándose de un grupo tan numeroso de didácticos; y pienso con espanto qué habrían entendido por “contrapunto” los desventurados alumnos que hayan estudiado esos libros, excepto los de Jadassohn y un poco Richter.

Empezaré, pues, esta tarea, que sería penosa si no fuera en beneficio de la juventud estudiosa de los conservatorios e institutos musicales del mundo entero.

Juan Jacobo Rousseau dice: “Contrapunto es más o menos  la misma cosa que composición, si no es que composición debe llamarse a los cantos y a una de sus partes; y contrapunto no se dice sino de la armonía y de una composición a dos o varias partes diferentes”.     

El célebre padre Martini dice: “Para aprender y llegar a poseer el arte del contrapunto, es necesario componer sobre el Canto Llano”.

J. Huré, a su vez, dice: “La armonía y el contrapunto tienen muchos hábitos comunes. La armonía es, en consecuencia, un contrapunto descuidado”.

Lavignac escribe: “El contrapunto no es ni el preámbulo ni el complemento de los estudios de la armonía, como generalmente se cree. Es otra cosa. Es el estudio de procedimientos a veces rudimentarios empleados por los maestros antiguos”.

Durand, dice: “Los primeros estudios sobre armonía son una especie de contrapunto”.

Dubois, a su vez nos dice: “Lo mismo que la armonía, el contrapunto es el arte de combinar los sonidos simultáneos”.

Fetis dice: “Una composición musical, en la cual un canto cualquiera, procediendo por notas iguales y acompañado por otras voces a las que sirve sucesivamente de voz superior, intermediaria o de bajo obedeciendo ciertas leyes que serán expuestas aquí, se llama contrapunto simple, lo que significa exactamente composición simple”.  

Melcior enseña: “Contrapunto es el arte de escribir la música para dos o más voces distintas, que forman armonía y bien sonancia en su conjunto, con arreglo a las leyes tradicionales de los antiguos y a las que la experiencia ha acreditado posteriormente que halagaban el oído”.

 Barreto dice: “Contrapunto es aquella parte de la ciencia musical que se ocupa del estudio severo de las reglas del arte y de las diversas maneras de combinar los sonidos musicales, ateniéndose a las reglas más precisas y exactas”.

Eximeno, a su vez, escribe: “La  palabra contrapunto es una reliquia del tiempo en que la música se escribía con puntos. El canto de dos o más voces se escribió poniendo un punto contra otro; por esta razón la parte que hace armonía con otra, se llama todavía contrapunto”.

Matewos Liebling dice: “El arte de agregar una o más partes a una parte dada es contrapunto”.

Riemann escribe: “Contrapunto quiere decir, en nuestra época, una de las divisiones de la tecnicología musical. Este término se emplea en oposición con el de armonía”.

Richter dice: “La significación primitiva de la palabra contrapunto nos conduce a la historia de su origen. Contrapunto debe despertar en nosotros la idea de simultaneidad de sonidos producidos por una serie de notas formando una melodía opuesta a la serie de notas de otra melodía colocada más alta o más baja”.

Terminaré con lo que dice Jadassohn: “Bajo la denominación de contrapunto se entiende la marcha independiente o simultánea de una o varias voces melódicas, siguiendo un encadenamiento de acordes natural y conforme a las reglas. El contrapunto es, en consecuencia, esencialmente melódico”.  

Por último, la definición que doy en mi Tratado sintético de contrapunto,  que me honré en dedicar a mis maestros Salomo Jadassohn y Melesio Morales, dice: “Contrapunto es la amalgama de melodías con iguales o diferentes ritmos”.  Eso es contrapunto.

Julián Carrillo (Junio 1963).