En el año de 1995 comenzaba a dar mi servicio social en materia de Música, con la especialidad en Teclado Electrónico y Flauta Dulce, asignándoseme para ello la Escuela Secundaria Técnica No. 38, en la provincia de Ocotlán, estado de Oaxaca.
El curso por mí impartido estaba basado en su totalidad en el sistema de escritura musical propuesto por el Maestro Julián Carrillo, a base de números, es decir, escribir la música con números en lugar de las conocidas notas musicales en el pentagrama.
La eficacia de este sistema no se hizo esperar, pues en menos de un mes de iniciado el curso todos mis alumnos interpretaban ya diversas melodías con sus respectivos instrumentos, aventajando de esta manera al resto del alumnado que trataba de entender el lenguaje musical con notas y pentagramas.
En respuesta a tan extraordinario resultado fui llamado por el director del plantel para darme la noticia de que mi curso terminaba en ese momento y que la documentación que justificaba el cumplimiento del servicio social sería firmada sin problema alguno, “como si realmente lo hubiera llevado a cabo”, como si hubiera durado los seis meses que estipula el reglamento de la Universidad de Oaxaca, y que podría ocupar ese tiempo en otras actividades.
Sorprendido le pregunté el por qué de esa decisión pues los resultados saltaban a la vista y eran excelentes, y al insistir en una respuesta al fin me dijo que el maestro titular de música de la escuela se había quejado con él por que mis alumnos en muy poco tiempo habían logrado mucho más avance que los suyos, y eso era ponerlo “en evidencia” y que lo mejor era dar por terminado el curso que estaba impartiendo y así no habría problema alguno.
El director acató dicha petición y dejé de asistir a impartir el curso.

Arturo Soriano (Junio 2010)