La Acústica, ciencia maravillosa que persigue el ideal de descubrir el misterio de los sonidos de la naturaleza, nació en China, el Celeste Imperio, hace cuatro mil seiscientos años.

Existió en aquella gran nación un sapientísimo emperador, Hoang-Ti, quien fue de tan extraordinaria cultura  que se le compara con el genio máximo del Renacimiento, Leonardo Da Vinci.

Efectivamente, según las biografías universales, Hoang-Ti, llamado también Yeou-Hioung, emperador e investigador chino, subió al trono 2698 años antes de Cristo.

La tradición y sus obras escritas, nos lo representan como un príncipe dotado de tales cualidades que se le atribuyen descubrimientos importantes, tanto en las artes como en las ciencias. Se hace remontar al reino de Hoang-Ti la invención de la brújula, la división del Imperio chino en provincias o cantones; el descubrimiento de los fenómenos más sorprendentes de la astronomía; el sistema de pesas y medidas; la invención de la moneda, de la navegación, de la escritura y de la música.

Aquel monarca chino, de tan extraordinarios talentos, verdadero vidente, tuvo la idea genial de que quizás debería existir una ley que gobernara la producción y encadenamiento de los cinco sonidos musicales, únicos existentes en aquella remota época, que equivalían a las notas actuales DO, RE, FA, SOL, LA, y que han llegado hasta nuestros días con el nombre de Escala Pentafónica; y para comprobar su hipótesis llamó a su palacio al filósofo Lung-Lin, para ordenarle que se retirara a meditar a los campos de bambú acerca de esa ley que él suponía debía existir para el encadenamiento de los cinco sonidos musicales.

Retiróse, pues, Lung-Lin a meditar, y así pasaron días y más días, hasta que surgió en su cerebro la idea luminosa que llevó a los sonidos al campo biológico, al preguntarse: ¿Será posible que los sonidos, a semejanza de los diversos seres de la creación, puedan engendrar otros de su misma especie? ¿Será posible, pues, que un sonido dé vida a otro?

Con esa admirable intuición, tomó como base el sonido equivalente a nuestra nota Fa y supuso que este sonido engendraría otro, y como en el campo de los sonidos naturales el más próximo a cualquier base (después de la octava) es su quinta superior, fue Do el sonido 2;  Do, a su vez, engendraría su quinta superior Sol, que resultó el sonido 3; y así Sol produciría su quinta Re, sonido 4; y éste, a su vez, daría vida a su quinta superior La, sonido 5.

Como hace cuatro mil seiscientos años sólo había esos cinco sonidos musicales, al encontrar el encadenamiento de ellos el filósofo dio por terminada su misión.

Ese fue el prolegómeno en lo que,  se convertiría en la maravillosa ciencia acústica.

Posible es que en aquel momento ni Hoang-Ti ni Lung-Lin pensaran que de su hipótesis nacía una nueva ciencia.

La filosofía de Lung-Lin se amplió con el correr del tiempo, pues los sonidos, al igual que los diversos seres de la creación, no sólo producen uno nuevo de su misma especie, sino toda una serie, que es exactamente lo que acontece con los sonidos naturales llamados armónicos.

Julián Carrillo (Enero 1963)