¿Será justificable denominar concierto único al que se efectuó el 15 de febrero de 1925, en el Teatro Principal de la ciudad de México?
Corresponde a El Universal, el gran periódico mexicano, una gran parte de este triunfo de México, ya que fue en sus columnas en donde se desarrolló, en el año de 1924, la polémica más trascendental que haya habido en nuestra patria, pues se debatía no un problema local, sino algo que abarcaba al mundo entero y que ha sido de resultados tan grandes para el arte musical, que hasta me parece de justicia mencionar los nombres del « Grupo 9 » que atacó mis postulados y agradecerle que haya despertado la opinión pública hacia mi obra. Helos aquí: licenciado don Ernesto Enríquez y maestro Estanislao Mejía, que viven aún; doña Alba Herrera y Ogazón, pianista, doctor Jesús C. Romero, don Ignacio Montiel y López, Luis A. Delgadillo, Pascual H. Toral, Roberto Gutiérrez Arreola y Manuel Barajas.
Al terminar la polémica, me dirigió una carta abierta, en las propias columnas de El Universal, su director don José Gómez Ugarte, diciendo justificadamente que debían terminar las discusiones y empezaran las demostraciones prácticas, y que me invitaba, por lo mismo, a presentar un concierto, patrocinado por el gran periódico, en el cual se tocaran obras con los nuevos sonidos conquistados en mi experimento del año de 1895.
Acepté de inmediato lo que se me pedía, y sin más elementos que un coro formado por mis alumnos, que jamás habían estudiado canto, (excepto la soprano María Ahedo), una guitarra de cuartos de tono, primera que hubo en el mundo y que fue construida por don Baudelio García, de Guadalajara, una flauta de cuartos de tono arreglada por Manuel Ascencio, una octavina, planeada por José María Torres y yo, y un arpa de mi invención que producía dieciseisavos de tono, organicé el concierto.
¿A qué se debe que, no obstante los años transcurridos (casi cuarenta), permanezca único aquel concierto en los anales de la historia?
La causa es fácil de encontrar: que es necesaria una mentalidad idealista, abierta al progreso, y que no se detenga ante la lucha contra la rutina, y además venir a la fuente del Sonido 13 para abrevar en ella los nuevos elementos: nuevos sonidos, nuevos instrumentos, pianos, arpas, guitarras, conocer la nueva escritura, ya que sin ella es imposible indicar los nuevos sonidos y aprender la técnica especial de la composición; sin todo ello, los compositores, aferrados al viejo sistema de los doce sonidos seguirán ocupando un lugar secundario.
Julián Carrillo (Febrero 1963)