Un severo temblor sacudió la región de San Luis Potosí la mañana del 28 de enero de 1875, provocando en el pueblo de Ahualulco el nacimiento prematuro de quien al pasar los años sería el ilustre músico mexicano Julián Carrillo Trujillo.
No obstante su humilde origen, como él mismo decía: « Soy un indio, hijo de campesinos de Ahualulco », siempre tuvo ese « interés natural » por la Música, ya que siendo muy niño formó parte del coro de la iglesia de su pueblo natal, siendo su maestro Flavio F. Carlos, quien llevara a Julián Carrillo, a la edad de diez años a continuar su educación musical a la capital de San Luis Potosí.
Ya como miembro de la pequeña orquesta de dicho maestro, en la cual, debido al rápido avance en su aprendizaje, ocupaba diversos puestos como músico, llegando a suplir a menudo al director. De igual manera, en distintas orquestas tocó bajo la dirección de maestros como León Zavala, Félix Guerrero y Carlos J. Meneses.
El 11 de enero de 1895 llega Julián Carrillo a la ciudad de México, y de inmediato se inscribe en el Conservatorio, teniendo como maestro al ilustre Melesio Morales. Durante este período de estudios es invitado por el maestro Luis G. Saloma para interpretar, junto con su cuarteto, el Sexteto de Brahms y el Octeto de Swendsen.
Fue este año, 1895, decisivo para Julián Carrillo, pues un acontecimiento extraordinario marcó el rumbo de su vida. Fue enviado a la clase de acústica, impartida por el maestro Francisco Ortega y Fonseca, quien en una clase explicaba a los alumnos que « al dividir por la mitad la longitud de una cuerda se produce la octava superior del sonido fundamental. »
La inquietud que provocó en Julián Carrillo esta explicación lo llevó a experimentar a solas con su violín, llegando al siguiente resultado: « Primero dividí la cuerda por la mitad de su longitud y se produjo el fenómeno que para mí era de milagro: oí la octava del sonido fundamental. Después proseguí dividiendo la longitud de la cuerda en tres y se produjo la quinta, en cuatro, y oí la cuarta, en cinco y resultó la tercera, hasta que llegué a la octava división; pero allí me detuve por que el grueso de mi dedo y el pequeño fragmento de la cuerda que quedaba me imposibilitaban para seguir.
Con el transcurso de los días crecía mi inquietud y me preguntaba: ¿Qué más hay? ¿Cómo seguir comprobando los sonidos producidos por divisiones más pequeñas de las cuerdas? Por fortuna pensé en la hoja de una navaja en su parte roma y busqué ayuda de mi condiscípulo Eucario González para que llevara el arco y empecé a dividir el intervalo de un tono que va de la nota Sol de la cuarta cuerda suelta del violín, hasta llegar a la La y pude oir clara y distintamente dieciséis sonidos diferentes, es decir, los dieciseisavos de tono.
Este momento marcó mi destino. Todos los conocimientos que habría de adquirir a lo largo de mi vida los dedicaría al desarrollo de los múltiples y complejos problemas resultantes de mi experimento, con el cual se rompió el ciclo de los doce únicos sonidos conocidos hasta entonces, abriendo para la Música las puertas del infinito. »
El día 13 de julio de 1895 nació la Revolución del Sonido 13 en México, con el experimento de un alumno del Conservatorio Nacional, quien rompió aquel ciclo de los doce sonidos tradicionales con los dieciseisavos de tono, que en su desarrollo han llegado al infinito, en la conquista de los sonidos musicales, hasta convertirse en un verdadero sistema, que tiene además, nuevos instrumentos, nueva escritura y composiciones que descubren sensaciones ignoradas para el alma humana.
Después de un año de inactividad, debido a una enfermedad hepática que por poco le cuesta la vida, y un severo reumatismo en ambos brazos, se reintegra a la actividad musical en el año 1899, precisamente, en un concurso musical celebrado en el Teatro Iturbide, con la presencia del Presidente de la República, General Porfirio Díaz, quien personalmente premió en público a Julián Carrillo con una beca para que fuera a Europa a continuar sus estudios musicales.
Llegó a Francia en julio de 1899, y una vez instalado en París inmediatamente acudió al Conservatorio con el fin de lograr su inscripción, pero la información que le dieron fue que habían terminado los cursos, teniendo que esperar hasta el mes de septiembre para su ingreso.
Tuvo Julián Carrillo la oportunidad de entrevistarse con el maestro Teodoro Dubois, director del Conservatorio, quien le dió la información al respecto, indicándole que la edad límite para ingresar a los estudios era de diecisiete años. . . Julián Carrillo ya tenía veinte.
Profundamente decepcionado, pero no vencido, de inmediato empezó a tramitar su traslado hacia Alemania, instalándose en Leipzig e ingresando en el Conservatorio de dicha ciudad, construido a todo lujo por Félix Mendelssohn. Ahí tuvo como maestro al eminente Salomo Jadassohn, que observando el adelanto mostrado por Julián Carrillo en la materia, extendía sus clases en forma particular, sin admitir ninguna compensación.
A la vez de los estudios de composición con Jadassohn, realizaba los de violín con Hans Becker, alumno de Joachim en Berlín. Fue entonces, que a los tres meses de llegar a Leipzig pasó a formar parte de la Orquesta Sinfónica Gewandhaus como primer violín durante tres años, bajo la batuta de Arthur Nickisch, siendo también primer violín de la Orquesta Real del Conservatorio, con la que estrenara en 1902, bajo su propia dirección su Primera Sinfonía en re mayor, primera sinfonía escrita dentro de las formas clásicas por un músico americano.
Después de graduarse en el Conservatorio de Leipzig emprendió su viaje a Bélgica, estudiando violín en el Conservatorio de Gante, teniendo como maestro a Albert Zimmer, llevando a Julián Carrillo a participar en el Gran Concurso Internacional de Violín en 1903, obteniendo el segundo lugar; y en 1904, obteniendo ya, con distinción, el primer lugar, por unanimidad.
A su regreso a México, presenta Julián Carrillo en un concierto al que asistió el Presidente Porfirio Díaz, en el que se interpretó su Primera Sinfonía, bajo la dirección de Carlos J. Meneses, y el Concierto para Violín y Orquesta de Tchaikovsky, que en esa ocasión fue estrenado en México por Julián Carrillo al violín. Fue en esa ocasión que el Presidente Díaz obsequió a Julián Carrillo un violín Amati, como recompensa a sus esfuerzos en Europa.
Ya hacia 1908, funda y dirige la Orquesta Sinfónica Beethoven, así como el Cuarteto Beethoven, del cual Julián Carrillo era el primer violín, con los que se dedica a hacer giras en México.
A iniciativa del entonces Secretario de Educación Pública, Justo Sierra, se convocó en 1909 a crear un canto especial a la bandera, siendo elegido para escribir la letra el poeta Rafael López, y Julián Carrillo para hacer la Música. Esta obra fue estrenada bajo la dirección de Julián Carrillo en presencia del Presidente Porfirio Díaz y todos los secretarios de Estado en la Plaza de la Constitución, interpretada por sesenta mil niños y bandas militares de Artillería y de la Policía. Este « Canto a la Bandera », se hizo oficial por decreto presidencial el día 26 de julio de 1965.
Siendo maestro de instrumentación en el Conservatorio Nacional crea, en 1910, el estudio de instrumentación para banda militar.
Fue comisionado por el gobierno de México para acudir al Congreso Internacional de Música en Roma en 1911, presentando la propuesta de dar « unidad ideológica y variedad tonal » al Concierto, la Sonata, la Sinfonía y el Cuarteto, siendo aprobada por unanimidad.
Estando a punto de regresar a México recibe el nombramiento para representar a su país en el Congreso de la Sociedad Internacional de Música, celebrado en Londres, en el mismo año, con la propuesta de « la necesidad de elevar el nivel artístico de las bandas militares », aprobada por unanimidad.
Es nombrado Director del Conservatorio Nacional de Música en el año 1913, puesto que volvería a ocupar en 1920.
En 1914 abandona México, y fija su residencia en Nueva York, en donde funda y dirige la Orquesta Sinfónica América, ofreciendo conciertos hasta 1918, año de su regreso a México, período en el que Julián Carrillo escribe y publica un Método de Armonía, uno de instrumentación para Orquesta Sinfónica y Banda Militar, otro de Contrapunto y uno más de Canon y Fuga. Presentando por primera vez en México, acompañado al piano por Alba Herrera y Ogazón, el ciclo completo de las diez sonatas para violín y piano de Beethoven en 1919.
Fue miembro en 1922, del Consejo Cultural de la Ciudad de México, comisionado para el rescate de la originalidad del Himno Nacional Mexicano, obteniendo como resultado de la investigación que el mismo autor, Jaime Nunó, realizó más de ciento cincuenta alteraciones, llegándose a dudar que fuera él, el autor de la música de nuestro Himno patrio.
Llegamos así, al año 1924, en que una serie de personas, llamadas « El Grupo de los Nueve », encendió una feroz polémica, atacando las teorías microtonales que Julián Carrillo anunciara en el invierno de 1917 con la siguiente profecía: « El Sonido 13 será el principio del fin y el punto de partida de una nueva generación de músicos que vendrá a transformarlo todo, pues no quedará ni uno solo de los instrumentos actuales en uso. Todos ellos serán insuficientes para producir la abrumadora cantidad de sonidos que van a emplearse. ¿Cómo serán los nuevos instrumentos? Esa será una cuestión que el tiempo irá resolviendo según las necesidades lo vayan exigiendo y marcharán a la par de la división del semitono hasta llegar al límite máximo. »
La base de esta teoría musical es la división del tono en dieciséis sonidos diferentes, logrados en su experimento de 1895, y debido a ello en México se estudiaron problemas hasta entonces desconocidos, tanto de Música como Acústica, Historia y aún de Biología. Y fue además extraordinario, por que por primera vez, se discutía un tema que no era local, sino de alcances absolutamente internacionales en materia intelectual.
Allí se desataron los más violentos ataques, manifestando que lo que presentaba Julián Carrillo como suyo ya existía en los griegos, chinos, indús, concretamente, que se había robado esas ideas. Julián Carrillo se dirigió entonces a la Secretaría de Relaciones Exteriores, pidiendo que se enviara por conducto de nuestras embajadas y consulados a los principales conservatorios y universidades del mundo un cuestionario técnico preguntando en qué parte existía lo que Julián Carrillo proclamaba como suyo. De los cinco continentes, todas las respuestas fueron a favor de Julián Carrillo.
Al llegar a este punto, don José Gómez Ugarte, director de « El Universal », periódico en el que se desarrollaba la polémica dirigió una carta abierta a Julián Carrillo, diciendo, justificadamente, que debían terminarse las discusiones y empezar las demostraciones prácticas, y que por lo mismo lo invitaba a presentar un concierto patrocinado por su periódico, en el cual se tocaran obras musicales con los sonidos conquistados en el experimento de 1895.
El 15 de febrero de 1925, se efectuó ese evento en el Teatro Principal, presentando por primera vez en el mundo una música a base de dieciseisavos de tono y sus compuestos.
Después de ofrecer el concierto en la capital, Julián Carrillo recorrió varios estados de la República presentando la música del Sonido 13. Más tarde se expatrió para llevar por el mundo la nueva doctrina musical nacida en México.
Llegó así a Nueva York en 1926, despertando inmediato interés en la « Liga de Compositores », sociedad compuesta por los músicos Bela Bartok, Paul Hindemith, Arthur Honneger, Ottorino Respighi, Manuel de Falla, entre otros, con la que Julián Carrillo tuvo una entrevista para la explicación de sus teorías. De esta reunión se acordó patrocinar el primer concierto con la música del Sonido 13 en Nueva York. Así nació la « Sonata casi fantasía », en donde la orquesta de cámara producía 4os, 8avos y 16avos de tono, y fue estrenada el 13 de marzo en Town Hall, junto con el « Quinteto para alientos » de Arnold Schoenberg. Las crónicas publicadas en la prensa neoyorkina acerca de la « Sonata casi fantasía » provocaron tal interés en Leopoldo Stokowsky, que le solicitó a Julián Carrillo vía telefónica una audición en privado. Se hizo entonces esa audición privada. Dice Julián Carrillo: « Una vez que escuchó en aquella intimidad, instrumento por instrumento, los 4os, 8avos y 16avos de tono me pidió que tocara el conjunto. Así se hizo y a cada instante nos interrumpía para oir dos o más veces el pasaje que le intrigaba. Al terminar me dijo: La gran dificultad de su música es que si usted no la dirige personalmente, nadie podrá hacerlo, por que en ella hay tantas sutilezas que se nos escaparían. Pero absolutamente cautivado me preguntó: ¿Podría usted escribir un acompañamiento para mi orquesta llevando a este grupo de instrumentos como solistas? Acepté, y de ese reto nacieron las « Leyes de Metamorfosis Musicales », e ilustradas ampliamente en mi libro de ese nombre.
Los conciertos se dieron los días 3 y 4 de marzo de 1927 en la Academia de Música de Filadelfia y el 7 y 8 en el Carnegie Hall de Nueva York, con un éxito fuera de lo normal, bajo la dirección de Leopoldo Stokowsky. »
1927 y 1928, años altamente productivos en la Obra de Julián Carrillo, ya que compone sinfonías y cuartetos, con su sistema microtonal, escribiendo de igual manera sus libros: Pre Sonido 13, Sonido 13, Teoría Lógica de la Música, Leyes de Metamorfosis Musicales, Dos Leyes de Física Musical, El Infinito en las Escalas y los Acordes, Sistema General de Escritura Musical.
En 1929 una grave y dolorosa enfermedad hepática lo hace regresar a México. Ya restablecido, y hasta 1932 se dedica a su labor como director de orquesta, pasando por su batuta solistas como Yehudi Menuhin, Claudio Arrau, Henryk Szeryng y Bronislaw Huberman, entre otros. Este mismo año, por decreto del gobierno de San Luis Potosí, el pueblo natal de Julián Carrillo, Ahualulco, recibe el nombre de « Ahualulco del Sonido 13 », y todas las calles del pueblo tienen los nombres de los familiares y colaboradores de Julián Carrillo.
Ya para el año 1947 una inquietud de índole acústico lo llevó a investigar una duda que le indicaba que el llamado intervalo de octava producido por instrumentos de viento no correspondía al duplo de las vibraciones de la base y por lo mismo recurrió a instituciones educativas oficiales tanto en México como en Estados Unidos para comprobar científicamente esta duda. Fue entonces, en la Universidad de Nueva York en donde comprobó que su inquietud era correcta. De este experimento se concluyó que la « Ley del Nodo », que se consideraba como cierta desde seis siglos a.c. era falsa, ya que se creía que el nodo es un punto muerto en una longitud vibrante, corrigiendo Julián Carrillo esta cuestión con el siguiente resultado: « Ese punto muerto resta longitud, y por lo mismo ninguna de las dos partes en que se divide un cuerpo para producir la octava es mitad matemática, ya que de acuerdo con la física, que dice que a menor longitud corresponde mayor número de vibraciones. » En ese instante, 16 de diciembre de 1947, logró una nueva « Ley del Nodo » que rectificó un precepto clásico que llevaba veintiséis siglos de existencia.
En 1949 presenta, por primera vez en el mundo un piano afinado en tercios de tono, siendo interpretado un preludio en septiembre del mismo año por la hija del maestro, la señorita Dolores Carrillo. Posteriormente, el 13 de marzo de 1950 el mismo programa se presentó en el Conservatorio de París.
El 9 de noviembre de 1958, en Bélgica, y con la presencia de la Reina Elizabeth se estrenó un concierto sinfónico con el siguiente programa:
« Horizontes », poema sinfónico para violín en 4os de tono, cello en 8avos de tono y arpa en 16avos de tono con acompañamiento de gran orquesta sinfónica; « Concierto para piano en tercios de tono y orquesta », ambas obras de Julián Carrillo. Ese mismo año llevó a cabo el gobierno de Bélgica la « Gran Exposición Universal », y fue ahí, precisamente, en donde Julián Carrillo expuso sus recientemente construidos « Pianos Metamorfoseadores Carrillo »; quince pianos afinados microtonalmente con las siguientes características: el primero por tonos, el segundo tercios, el tercero cuartos, el cuarto quintos, el quinto sextos, el sexto séptimos de tono, y así sucesivamente hasta llegar al décimoquinto, que está afinado en 16avos de tono. Estos pianos fueron construidos en Alemania por Hans Sauter, y al ser expuestos en dicho evento recibieron por parte del gobierno de Bélgica, Gran Medalla de Oro, « por el alto valor cultural que representan para la humanidad. »
En 1962, compone Julián Carrillo, una obra única en su género: « Misa en cuartos de tono para coro masculino a capella », dedicada al Papa Juan XXIII.
Ya en 1963 parte Julián Carrillo rumbo a París, con el propósito de grabar sus obras musicales, logrando la grabación de veintisiete de ellas, tanto en el sistema tradicional de doce sonidos como en su sistema microtonal. Estas grabaciones se llevaron a cabo con la Orquesta Sinfónica Lamoreux de París, participando una larga lista de eminentes solistas franceses. Uno de los álbumes con la colección completa de estas grabaciones fue donado por Julián Carrillo al Conservatorio Nacional de Música de México.
El día 10 de septiembre de 1965, dos grandes noticias aparecieron en los periódicos de México: « Una gran tormenta afectó seriamente las instalaciones de las plantas eléctricas, provocando un prolongado apagón en la ciudad de México. » Y la otra: « Murió el músico mexicano Julián Carrillo ». . .
Nuestra madre naturaleza anunció con un gran temblor su nacimiento, y con una gran tormenta su muerte.