El día 7 de diciembre de 1988, a unos cuantos días de haber tomado posesión como Presidente de la República el Lic. Carlos Salinas de Gortari creó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, manifestando: “Queremos una sociedad viva, vibrante en búsqueda permanente de lo nuevo, en continuo encuentro con lo inédito: no una sociedad uniforme y sin imaginación. Deseamos que prevalezca la creatividad, no la repetición de lo ya hecho.”
Ante estas declaraciones me presenté el día 9 de diciembre en Palacio Nacional con un plan de trabajo basado en las labores de Julián Carrillo y Oscar Vargas para que México pudiera salir del letargo cultural al que lo tienen sometido sus autoridades culturales y los intelectuales del sistema.
Fue depositado como se me indicó, en el departamento de correspondencia con el folio No. 1278, indicándoseme que si en treinta días no se me contestaba regresara para que se investigara por qué no se contestó. Ese mismo día entregué una copia del proyecto a la sección de correspondencia dirigida al entonces Secretario de Educación Pública Lic. Manuel Bartlett Díaz.
Pasaron los treinta días y la contestación de la Presidencia de la República no me llegó. Acudí a la sección de correspondencia, expliqué mi situación y me enviaron al departamento de aclaraciones, en donde revisaron una inmensa lista, en la que apareció mi nombre (el único de toda la lista) subrayado con rojo, de lo cual no se me explicó el motivo.
Pensé entonces que lo indicado era solicitar una audiencia con el Presidente, acudiendo de inmediato a solicitarla. Fui esa vez, otra vez, otra y otra y siempre se me negó.
Pretendiendo entrar de otra manera, llegué a la puerta por la que ingresa el Presidente cuando acude a Palacio Nacional, explicando a los soldados de la guardia el motivo de mi visita, la cual se convirtió en una pequeña conferencia, ya que los soldados no daban crédito a lo que escuchaban y preguntaban y preguntaban, hasta que el jefe de la guardia, por iniciativa propia me condujo con el secretario particular del Presidente, quien después de escucharme me llevó al archivo confidencial del Lic. Salinas de Gortari, en donde se me mostró mi expediente, que llevaba el número 19 marcado con la palabra “IMPROCEDENTE”.
Desde luego, la gente que controla el arte en México es la misma que antes y después de Salinas de Gortari.
Armando Nava Loya (Septiembre 2008)