Creo pertinente hacer un ligero estudio de las causas que hay para que los músicos, y especialmente los músicos latino-
Naturalmente que yo no soy de los creen que mal de muchos consuelo de. . . . . (cito este proverbio, por que refleja bien el criterio de una inmensa mayoría), pues al contrario, siento pena infinita cuando veo que los prejuicios hacen un sinnúmero de víctimas, aun en el continente europeo. Una vez nos lamentábamos de esta positiva desgracia internacional, mi buen amigo el argentino Ángel Menchaca y yo, con tanta más razón cuanto que, por diversos medios, los dos perseguíamos un mismo fin.
Ya vimos en uno de los primeros capítulos, lo falso que es que nos hayamos apropiado nosotros, los músicos, una palabra que en su origen servía PARA TODAS LAS BELLAS ARTES. (La palabra música, servía como denominación genérica a todas las bellas artes).
Todos sabemos, por poco que hayamos estudiado la historia, que en una época, bien remota por cierto, se usaron letras para representar los sonidos. Ya en el siglo VIII, se dieron cuenta de que la escritura de la época era enteramente convencional, pues les pareció insuficiente que la distancia que separaba un signo de otro, fuera lo que indicara cuál debía ser el sonido. Tomaron entonces letras del antiguo alfabeto musical, que colocaban al principio de una línea, indicando de esta manera, que todos los signos colocados a la altura de la letra, representaban la misma nota.
Del conjunto de cinco líneas superpuestas, nació nuestra pauta actual. En aquella época, en que había cinco letras, se llamó a la pauta –PENTAGRAMA-
Si de esto pasamos a los nombres de las figuras, eran mucho más justos: Doblelonga, Longa, Breve, Semibreve y Mínima. . . y ¿quién creerá que en la actualidad nuestra figura más larga es la brevísima? . . .semibreve (mitad de breve). . . y después de la mínima, que según nuestro hermoso idioma español, es la más rápida de todas, nosotros, los músicos, hemos inventado una palabra “semimínima” a la que por causas fonéticas, llamamos “semínima”.
Naturalmente que cualquiera creería que esta era la figura más rápida, pero nada de eso hay que entender desgraciadamente. . . por que después siguen todavía otras. . . ¡más breves! . . . Corchea, que es cuatro veces MÍNIMA!! La SEMICORCHEA, ocho veces MÍNIMA!! La Fusa, dieciséis veces MÍNIMA!! Y por último la Semifusa, TREINTA Y DOS VECES MÍNIMA. . . ¿Se puede dar mayor estropeada al sentido común?
Por supuesto que no acaban aquí todos los desatinos musicales, no, pues hay otros nombres de las figuras que son peores que estos. . . ¿peores? Me dirá el lector. . . sí, desgraciadamente, pues el que estudie toda la fraseología musical, irá encontrando tantas maravillas, que sin duda alguna se formará una perfecta idea del infinito. . . los nombres de las figuras que hemos visto, dan una idea, aunque incompleta, de la relación de los valores (al menos hasta la palabra semínima), pero los que vamos a ver, no dan idea alguna más que de la figura, en la primera y en la cuarta, pero relación de duración ninguna de ellas la da. Redonda, Blanca, Negra, Corchea, Doblecorchea, Triplecorchea y Cuádruplecorchea. La palabra redonda, ¿qué relación puede tener con la duración de una nota? La segunda Blanca, da idea de color, pero en cuanto a la duración de un sonido no da ninguna; Negra, ídem; Corchea, toma el nombre del corchete que tiene, de donde resulta que tendrá relación en cuanto a su figura, pero nunca en lo referente en cuanto a duración; Doblecorchea, que si tomáramos en consideración su sentido lógico querría decir dos veces la corchea, los músicos estamos obligados a entender lo contrario, pues Doblecorchea quiere decir en términos musicales. . . ¡¡la mitad de la corchea!!. . . Triplecorchea, que en español quiere decir, tres veces la corchea, los músicos debemos entender. . . ¡¡la cuarta parte de la corchea!! Y por último, la Cuádruplecorchea, que en español entenderíamos cuatro veces la corchea, se nos enseña y. . . nosotros DEBEMOS seguir enseñando. . . que es la octava parte de la corchea. . .
Es el momento de hacer una aclaración: se atribuye a D. Hilarión Eslava esta anomalía y el cargo es enteramente injusto, pues tales nombres son muy anteriores al maestro español; así como se atribuyen al señor Eduardo Gariel unos nombres de notas que hay en sus libros, y es de justicia absolverlo; pues los dichos nombres son de un autor francés.
Los alemanes, siempre lógicos, no usan ninguno de estos barbarismos, y con un buen sentido que nunca se apreciará lo debido, dicen: Unidad, Mitad, Cuarto, Octavo, Dieciseisavo, etc., etc. Pero desgraciadamente somos poco dados a imitar el buen sentido; quizá a esto se deba que hayan fracasado tantos esfuerzos, para implantar estos nombres entre nosotros. Todavía recuerdo los disgustos que me costó el famoso sostenido cuando estudiaba solfeo, por ignorar que los que nos dedicábamos a la música debíamos entender nuestro idioma al revés (en mi niñez se usaba todavía la palmeta y demás instrumentos similares para castigar a los educandos). Se me dijo que había que estudiar una lección y fijarse en qué determinada nota tenía un sostenido. Llegar a la nota que tenía el sostenido y sostenerla, todo fue uno, pues me dije. . . sostenido, es seguramente SOSTENER la nota, pero no, no señor, los músicos no entendemos este verbo tal y como lo entienden todos los mortales; nosotros entendemos musicalmente por “sostener” hacer un sonido más alto. . . en cambio, encontramos la palabra CALDERON que en español quiere decir UNA GRAN CALDERA, y entonces sí, sostenemos el sonido.
No seguiré por este camino, que sería verdaderamente interminable, y me concretaré a estos casos que he citado a propósito de los saxofones que se siguen escribiendo incorrectamente, por la única razón de que así los escribieron nuestros antepasados. Por supuesto que se hará muy mal en creer que estas faltas que he enumerado son peculiares a los músicos mexicanos, no, pues sabido es que hay país europeo que se llama sinfonía, a la orquesta; y harmonía. . . a la banda militar. . .
Me parece oír de alguien que me dice: “Si según usted, esto es tan malo, ¿por qué no lo ha corregido?. . . No es asunto individual, sino colectivo, contestaré; pues de otra manera, es imposible vencer los obstáculos que se presentan. Ya referí lo que me pasó por decir que los accidentes mixtos eran unos disparates. . . lo que me sucedió con el sostenido. . . y seguramente que no serán pocos los disgustos que haya causado mi propuesta reforma de los nombres de las notas, así como mi tesis relativa a que los maestros sepan instrumentar para Banda Militar, la anomalía de los saxofones y mi aprobada teoría de la “unidad ideológica y variedad tonal”, para las formas clásicas de la Sonata, el Concierto y la Sinfonía.
Para remediar todo se necesitaba un gran Congreso Internacional que durara por lo menos un año, y formado por personas de criterio sano y no de conservadores, que muchas veces hacen lo que pretendía el marqués del Oro Viejo, de que nos habla Jackson Veyan: “que se conservaran en su casa las telarañas. . . por que eran auténticas. . .”
Julián Carrillo (Diciembre 1930)