En el año de 1895 nació la Revolución del Sonido 13 en México con el experimento de un alumno del Conservatorio Nacional, quien rompió aquel ciclo de los doce sonidos tradicionales con los dieciseisavos de tono, que en su desarrollo han llegado al infinito, en la conquista de los sonidos musicales, hasta convertirse en un verdadero sistema que tiene, además, nuevos instrumentos, nueva escritura y composiciones que descubren sensaciones ignoradas para el alma humana.
Se preguntará ahora ¿por qué hablar de un sonido revolucionario y por qué darle el nombre de Sonido 13?
Esta denominación ha causado desconcierto aun entre los músicos profesionales, porque hasta la época del experimento de 1895, nadie se había detenido a considerar que los sonidos de la música son únicamente doce.
Ahora bien, si existían sólo doce sonidos con anterioridad a los dieciseisavos de tono ¿qué nombre correspondería al primero que surgió después de ellos y que rompió el ciclo clásico y abrió las puertas de un nuevo mundo sonoro? ¿No sería acaso el de sonido 13?
Este sonido fue exactamente el primer dieciseisavo que se oyó ascendentemente entre las notas Sol y La de la cuarta cuerda del violín, que fue el sujeto de experimentación, y cuya razón matemática es 1.0072.
Fue este año, 1895, decisivo para Julían Carrillo, pues un acontecimiento extraordinario marcó el rumbo de su vida. Fue enviado a la clase de acústica, impartida por el maestro Francisco Ortega y Fonseca, quien en una clase explicaba a los alumnos que « al dividir por la mitad la longitud de una cuerda se produce la octava superior del sonido fundamental. »
La inquietud que provocó en Julían Carrillo esta explicación lo llevó a experimentar a solas con su violín, llegando al siguiente resultado: « Primero dividí la cuerda por la mitad de su longitud y se produjo el fenómeno que para mí era de milagro: oí la octava del sonido fundamental. Después proseguí dividiendo la longitud de la cuerda en tres y se produjo la quinta, en cuatro, y oí la cuarta, en cinco y resultó la tercera, hasta que llegué a la octava división; pero allí me detuve por que el grueso de mi dedo y el pequeño fragmento de la cuerda que quedaba me imposibilitaban para seguir.
Con el transcurso de los días crecía mi inquietud y me preguntaba: ¿Qué más hay? ¿Cómo seguir comprobando los sonidos producidos por divisiones más pequeñas de las cuerdas? Por fortuna pensé en la hoja de una navaja en su parte roma y busqué ayuda de mi condiscípulo Eucario González para que llevara el arco y empecé a dividir el intervalo de un tono que va de la nota Sol de la cuarta cuerda suelta del violín, hasta llegar a la La y pude oír clara y distintamente dieciséis sonidos diferentes, es decir, los dieciseisavos de tono.
Este momento marcó mi destino. Todos los conocimientos que habría de adquirir a lo largo de mi vida los dedicaría al desarrollo de los múltiples y complejos problemas resultantes de mi experimento, con el cual se rompió el ciclo de los doce únicos sonidos conocidos hasta entonces, abriendo para la Música las puertas del infinito, ya que el sonido 13 no es solamente aquel dieciseisavo de tono que rompió el ciclo de doce sonidos tradicionales, ahora Sonido 13 es toda la revolución que surgió de él; composiciones con nuevos sonidos, transformación de instrumentos musicales e invención de otros, nuevas técnicas para sus ejecuciones, nuevos fundamentos científicos, textos sobre las nuevas teorías, etcétera.
Eso es ahora, la Revolución Musical del Sonido 13.
« El Sonido 13 será el principio del fin y el punto de partida de una nueva generación de músicos que vendrá a transformarlo todo, pues no quedará ni uno solo de los instrumentos actuales en uso. Todos ellos serán insuficientes para producir la abrumadora cantidad de sonidos que van a emplearse. ¿Cómo serán los nuevos instrumentos? Esa será cuestión que el tiempo irá resolviendo según las necesidades lo vayan exigiendo y marcharán a la par de la división del semitono hasta llegar al límite máximo. Y como un acontecimiento no es, no puede ser aislado, siguiendo nuestra hipótesis, no es imposible que se llegue en el vértigo de la innovación en este sentido a pretender, y quién sabe si a lograr distinguir la diferencia entre una y otra vibración. . . Esta hipótesis, temeraria hoy, se convertirá en una realidad corriendo el tiempo ».
Armando Nava Loya (Julio 2008)